domingo, 13 de julio de 2014

Cuento: "Carrete"

Te sientas en un rincón de la sala. Desde ahí ves a todos los que asistieron a la fiesta: los invitados y los que no. La música es estridente. Tienes un vaso plástico casi lleno con ron-cola. «Te lo dejé cabezón» dijo el compadre que te lo sirvió. Tomaste un sorbo. Al principio estaba bien, pero después te quemó la garganta y al final te dejó la boca pastosa. Arrugaste la nariz, juntaste una flema y la escupiste en un cenicero. «Hueón mamón» te dijo. Te encogiste de hombros y le soltaste algo de que no te gustaba la coca-cola. Ahora estás en un sillón en un rincón de la sala de estar. A tu lado, en el sofá, una compañera se besa con algún sujeto que no conoces; pero no es sólo un beso. Ella se contorsiona contra su cuerpo, en movimientos sinuosos y apasionados. Él desliza una mano por su cintura, mientras la otra sube por su vientre. Tú te quedas mirando hasta que tu mirada se cruza con la de ella: una mirada traviesa pero, en cierto modo, desafiante. Tú apartas la mirada hacia el vaso, lo miras por espacio de unos segundos, te lo acerca a los labios y lo giras hasta que el líquido toca tus labios pero aún sin beber nada. Entonces lo hueles, haces una mueca, miras de reojo a la pareja y te lo bebes. Entonces te levantas, miras a la chica con una sonrisa lacónica, te pegas con el cacho de una mesita y te vas a la cocina. «¿Quiere otro, compañero». Miras el vaso vacío, sin saber muy bien como te lo vaciaste todo. Luego miras al tipo, asientes y le entregas el vaso. «Nos quedamos sin ron. ¿Te parece un tropical?». No sabes qué es eso. Suena bien, pero no sabes qué es. Así que le dices que sí. El compadre te prepara el brebaje y, de paso, se sirve uno él también. Notas que se mueve de una forma curiosa, como bamboleándose de un lado a otro, pero no deja caer ni un poco de alcohol fuera del vaso. «¡Salud!» dice, entregándote tu vaso y alzando el suyo. «¿Por qué brindamos?», preguntas. Pero él ya está tomando, y no te escucha.